Un buen paseo

Ha salido el sol de manera estruendosa y hace frío.
Sin querer me he dirigido a La Pulgosa porque hace día de campo. Y como estaba escuchando a Joe Strummer y Los Mescaleros he pensado que lo mejor era seguir paseando hasta donde llegase.
Con el solecete en el rostro he recordado las palabras de dos amigos caminantes: "Cuatro kilómetros por hora, más sólo lo hacen los soldados a marcha ligera". Así que me he dicho: "!Que no, que no!" Y me he puesto a andar lo más deprisa que he podido y con Joe cantando desde el cielo de los rockeros (al que aspiramos a ir todos porque el cielo normal tiene que ser un poco aburrido).
Un kilómetro lo haces sin pensar; dos, casi también, es una distancia habitual en una ciudad. Tres, los pies empiezan a notarlo. Cuatro. El cuatro, miro el reloj: una hora exacta.
Odio a mis amigos la mayoría de las veces, pero cuando más los odio es cuando tienen razón.
Asi que, he apretado los dientes hasta hacerme daño, he subido el volumen y me he lanzado a unos nuevos cuatro kilómetros camino adelante.
Uno (que son cinco), dos (que son seis) tres y cuatro (que son ocho). Miro el reloj: otra hora.
Me he parado de golpe, maldiciendo mi mala fortuna por tener amigos tan listos y las piernas tan cortas. He bajado el volumen y he mirado alrededor, el precioso campo manchego.
Estoy a ocho kilómetros de mi trabajo, a nueve de mi casa.
Volviendo, a un ritmo inferior a 4 kilómetros por hora he recordado las palabras finales de mi amigo uno y de mi amigo dos: "Lo peor no es ir, es que luego tienes que volver".

Entradas populares de este blog

Bailando como ellas, bailando como Prince

No me quieren en un trabajo que no he pedido