Conan vive en provincias

Hace un par de sábados me tomé un café (sin querer) con un amigo, con un escritor de raza y con los habituales SSB Jr y SSB III, que lo pasaron de maravilla porque hicieron lo que normalmente no hacen: hincharse de chucherías regalo de la señora del escritor (que tiene ojos maliciosos y se aprovecha de su dulzura para engatusar a mis niños con dulces. Imperdonable).
Me sucedió como siempre me sucede, que me quedo mirando el presente y el futuro y sopeso posibilidades.
Luego, como por casualidad, vi en la tele una película más bien mala, sobre la vida de Robert E. Howard, el de Conan, sí. La película se llama The Whole Wide World, y no es que sea horrible pero es demasiado lenta (gustos). El caso es que me puse a comparar mentalmente a mis amigos con Howard, lo cual no es justo pero se parecen en que son altos, fuertes y podrían partirte la cabeza de un puñetazo si no fueran buenas personas, que lo son y mucho. Ah, también se parecen en que son escritores, claro.

El caso es que Howard lo pasó mal, sufrió para escribir y vivir y de hecho se pegó un tiro con 30 añicos. ¡Qué buen oficio el de escritor!
Las personas que conozco que se dedican a la escritura lo hacen porque les gusta, y en la mayoría de los casos lo hacen de manera sangrante y dolorosa. Esto no quiere decir otra cosa que si no escribieran les dolería más o directamente no podrían vivir. Pero que el hecho de escribir no es sencillo tampoco, no es coger el lapicero y zas, historia al canto, no. Supone muchas lecturas, relecturas, estudios e investigaciones, así como muchas horas de escritura, reescritura, corrección, papelera y vuelta a empezar. Incluso sacrificar determinadas cosas que no vienen a cuento.
Hablo según mi criterio y mi punto de vista y de la pasión que les tengo a mis amigos, claro.

El caso es que la escritura no se hace necesariamente para su posterior lectura y me explico (sé que muchos no estarán de acuerdo con este punto de vista): hay personas que escriben por la necesidad que tienen de contar cosas y lo importante para ellos es el proceso creativo, escribir, contar, indagar y dar forma. Pero luego nada más.
Las ironías de la vida nos ponen ejemplos como el de Howard, el de Conan, que pasaba más hambre quelperrunciego porque no llegaban sus cheques, pero que luego sus personajes e historias han dado de comer y han hecho millonarios a muchos (que eran escritores -algunos siguieron escribiendo sobre este personaje- y que no lo eran).
Me llega al alma que las historias, buenas historias, de mis amigos no tengan una distribución nacional normalizada (poco a poco lo hacen) o internacional (¡qué diablos!) y que se hinchen a lectores (no digo ya a cuartos, que también). Me fastidia ver a gente que se hace rica vendiendo libros apestosos, sin contenido, sin entretenimiento, sin imaginación, sin riesgo. Me fastidia ver escritores al peso (600 páginas a 25 euros) que dan a un editor unos folios y tal cual van a las estanterías del cortinglés, pum. Y nosotros, a comprar.
La ventaja del siglo XXI es que podemos elegir mucho más allá de las porquerías masivas, de las porquerías centro-comercial y de las porquerías Madrid/Barcelona.

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