Recuerdos, o no.

El siglo XXI y, sobre todo, Internet, nos han derivado en una cosa muy mala que se llama velocidad e inmediatez, lo cual quiere decir que si no te lees este artículo hoy, no me sirve de nada. Las noticias de los periódicos las puedes leer el día de antes, los blogs corren a velocidad de vértigo y no digamos las noticias en caralibro y turutiter.
Con lo cual, he decidido comentar un tebeo que me leí la semana pasada y que está escrito hace unos cuantos años, cuatro en concreto.
Arrugas de Paco Roca. Lo había visto en la tienda de tebeos, lo había visto comentado en los periódicos nacionales que normalmente no hacen ni caso (se llevó un premio, con lo cual es más sencillo que lo saquen) y lo cotilleé en la página del autor, pero no lo había leído hasta ahora.
Y me dio que pensar, pero mucho, mucho de verdad. Es bien sencillo, trata de una persona mayor que la encierran (literalmente, aunque podríamos decir aparcan) en una residencia de la tercera edad. Ya sabéis, los que las habéis visto, que las residencias ahora tienen de todo, pero lo que incluyen en su interior es lo de siempre: personas mayores. Personas que lo eran todo y de repente son pseudomuebles.
No voy a entrar en la situación de las familias ni de las personas porque entiendo que cada situación es un mundo, y cada persona concreta, mucho más.
El tebeo habla de recuerdos perdidos, de la enfermedad del alemán imposible, pero sobre todo, de la vida, la que tuviste y desaparece.
Luego empecé a leer Una vida errante de Yoshihiro Tatsumi, su autobiografía, sólo tiene dos años. Habla de la historia de este autor y cómo empezó a ganarse la vida en esto de los tebeos (en Japón tebeo tiene un significado diferente al que tiene en España) y habla, además, del japón de postguerra, el subyugado y condicionado por los eeuu.
Habla de tebeos pero, sobre todo, habla de recuerdos.

Mi recuerdo de hoy es indirectamente para mi mujer: desde que nací pasaba mis veranos en Riópar y mi madre me decía que por las noches era mejor no salir de la tienda de campaña porque nos rodeaban los lobos. Aunque algo de miedo me daba, mi curiosidad era mucho mayor porque para mí los lobos eran esos animales fantásticos que salían en el programa de Felix Rodríguez de la Fuente.
Unos 3 kilómetros más abajo, mi señora apedreaba gatos.

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