mi corazón late al compás

Esta mañana estaba escuchando R3, para variar, y me he emocionado sin querer, me he puesto a cantar y mi señora doña ha cerrado la puerta de la habitación porque no la dejaba estudiar.
Vaya.
El motivo es bien simple y lo paso a comentar: hay canciones que uno se aprende de pequeño y las deja en la memoria, inconsciente. Apenas las vuelve a oír/escuchar a lo largo de su vida porque son canciones que no suenan a menudo. Pero zas, de repente, un estallido en el pecho, los zapatos se ponen a danzar y la lengua a desafinar.
Mi señora me permite ciertas licencias como ésta que no llegan a ser perversiones, sino sólo momentos de respiración para evitar que suba a la azotea con la metralleta.
Bueno, sin exagerar, tenía la cebolla y el pimiento en la sartén, los champis en otra, y las costillas de los nenes en una tercera.
Y me he puesto a bailar.
Me sé esta canción desde que tengo nueve años, por culpa (o gracias a) de mis hermanos que escuchaban lo que en aquellos años creo que era el germen de R3.
¡A bailar todos!

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