Rambo, en realidad, es canadiense

Estoy leyendo un curioso libro de esos que fueron bestseller en su día y ahora no es sino carne de librería de segunda mano: mi especialidad.
El libro es del mismo autor que Rambo. Sí, Rambo salió de la mente de un escritor y no sólo de los músculos de Rambollone. Para mi sorpresa el autor es canadiense, ¡Rambo salió de la mente de un canadiense! Pero vive en EEUU; como debe ser si quieres ser algo en el mundillo, y es un especialista en armas, la cosa que me hace escribir este articulillo.
El libro trata de una secta secreta con tintes históricos de la época romana precristiana que tiene una curiosa manera de ver el mundo: no deja títere con cabeza, se cargan a decenas de personajes secundarios que en la vida real son los que mandan, de hecho atentan contra el presidente de los EEUU (a partir de ahora, sé que estoy registrado por el FBI, la CIA; la TIA y el JQK).
Bueno, se habla de España, sale España y, agarraos, ¡se muere el presidente español! Si este libro lo publicaran en 2013 se haría más superventas de lo que en su día fue en EEUU.
Además del rollo medioambiental: su solución, quiero decir, la solución de sus personajes contra el cambio climático, es cargarse de manera dramática, visual y ejemplarizante a todos aquellos que atenten o hayan atentado contra el Medio Ambiente. Genial. Por ejemplo, a un superempresario cuyas empresas llenan de productos tóxicos un río, le hacen beber agua de dicho cauce.
Parece un argumento de un fancine del Reto Fancine.
A partir de aquí mueren ciento y la madre por supuesto, como debe ser. La justificación es lo de menos. Nadie, y digo nadie, ni yo mismo, nos preguntamos por qué mueren tantas personas en una película o en un libro eeuuense, lo que importa es que el prota gane al final. Si ha destrozado siete coches, cuatro autovías, cinco escaparates y dos túneles, y han fallecido cuarenta personas, da igual.
Así somos.
Pero me hace gracia el rigor que mantiene este autor, David Morrell, en el asunto de las armas. Mucho cuidado con confundir una AK34 con una AK33 o un modelo austriaco con uno ruso o una metralleta con un látigo. Mucho rigor y mucho cuidado en confundirse al describir cómo se amartilla el arma, sale disparada la bala, la velocidad que lleva o el retroceso.
Eso sí, da lo mismo si hay errores (que no erratas) al respecto del tipo de gobierno que hay en España o en Perú, o si se pasa por el arco lo que es y supone la monarquía constitucional. Vamos, que es lo de menos en el libro y se lo podía haber buscado en la biblioteca su secretaria.
Entonces me he acordado de esas películas eeuuenses supermillonarias, supervistas, con personal en exclusiva para el asesoramiento histórico y las localizaciones, que de repente unen Sevilla con Valencia con Madrid con Granada con las Fallas con San Fermín. ¡Todo aceptable! ¡Todo vale porque Tom Cruise es tan guapo...!
Pero no que utilice un arma inadecuada.
En fin, un libro que me está encantando, la verdad, por que lo podría haber escrito yo mismo. Bueno, no, que no soy canadiense.


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