La chica iba cantando por la calle Ríos Rosas en voz sinuosa, entonando como quien canta bajo la ducha: "And she promises the earth to me
And I believe her
After all this time I don't know why
Ah, girl, girl" de Los Beatles. Me hizo gracia porque lo que suele suceder, cuando oyes una canción que alguien canta, o alguien lleva a toda mecha en su coche, es que se te cuela en las ondas cerebrales para que la vayas repitiendo todo el día como un soniquete ondulante.
Se dirigía, por la velocidad de sus pasos, al trabajo, quizás por ser final de agosto, quizás por acercarse septiembre, con la conciencia tranquila de quien ha reposado, descansado y desconectado...a juzgar por el soniquete de la canción.
Llevaba el pelo rapado con mechas plateadas; una falda ligera hasta los tobillos y una camiseta blanca con mensaje. De su brazo izquierdo colgaba un bolso del arco iris. En sus ojos amoratados la sensación de quien ha dejado o ha perdido; o quizás de quien apuró el último día de vacaciones hasta las consecuencias finales.
Caminaba tan aprisa que no pude discernir si cantaba consciente del desamor, sonriendo en el recuerdo de la pasión estival o solo con la pulsión electrizante de una canción que, a primera hora de la mañana, te motiva a seguir desplazándote con la suavidad de un baile veraniego, sin horas ni urgencias.
