más vale pájaro con pico que pájaro desplumado
hay un tipo que entra en un bar de moda, que es una cafetería de moda, en una tienda que solía ser de barrio, en un callejón por donde no solía pasar la gente demasiado a menudo, que conduce de una plaza a una iglesia, o de una iglesia a una plaza. según te observe la vida.
hay un tipo que viene cargado con dos bolsas del consum, le falta el aliento, el plástico se le clava en la palma de las manos como un cordón ardiente. se ha desplazado varias manzanas hasta acercarse a este bar de camino a su casa. un bar donde se afanan por un simulado cambio de turno: es la hora de abandonar las infusiones y empezar a descorchar botellas, a tirar cañas. las camareras lo saben, preparan las cámaras, limpian la cafetera y observan a las parejas que intercambian miradas sobre la carta digital, en la terraza de cinco mesas que hay a escasos metros de la barra, en el callejón por el que no solía pasar demasiada gente.
hay un tipo que entra con dos bolsas del consum y ropa de deporte, tiene la espalda encorvada y algo de tripa. se mira las palmas de las manos al descargar las bolsas al suelo. sopesa las opciones, mira a las camareras que apenas le prestan atención, concentradas en su trabajo rutinario.
pide una cerveza
le sirven una caña en vaso grande sin apenas darle las buenas tardes, porque las dos camareras están concentradas en limpiar tazas, platos y cucharillas, secarlas bien antes de guardarlas para los desayunos del día siguiente. de hecho, una de ellas, llamémosla rubi, porque se parece a la cantante de rubi y los casinos, ha comenzado a cortar naranjas por la mitad, en mitades casi exactas, y con paciencia impasible, las va colocando en el exprimidor. el ruido es ridículo, simula flatulencias de señor jubilado, pero nadie presta atención al zumo preparado para los desayunos del día siguiente.
ni a las flatulencias.
el tipo del atuendo deportivo recoloca las bolsas de la compra con el pie derecho. mientras, con el izquierdo, se empuja para acercarse un poco más a la barra para que su trasero quede alineado con el taburete. apura su caña y empieza a dar conversación a la camarera llamada rubi, por su parecido con la cantante de aquella mítica banda de pop de un solo éxito de los años 80. rubi sonríe, le sigue el juego con paciencia profesional. sigue exprimiendo una naranja tras otra, le dice que sí, la cafetería tiene picos de trabajo desde las cinco de la tarde hasta las siete, que antes era una farmacia, o quizás una bodega, no lo sabe bien; porque ella solo lleva trabajando cuatro meses, y dentro de un mes, justo cuando después de tomar las vacaciones de verano, cuando pase el fin de semana, se irá a barcelona donde su prima mari, porque la mayoría de las primas lejanas se llaman mari, le ha conseguido un trabajo de camarera en la costa, donde pagan mucho más, y hay más glamour, si la palabra glamour se puede aplicar al trabajo de camarera en el siglo xxi. y la expresión cobrar más tiene algún sentido laboral en los oídos de la mayoría de las personas.
el tipo la mira y le dice que ha estado muchas veces en barcelona, porque se ha pateado mucho españa, galicia es preciosa, se come muy bien, como en el país vasco, aunque en andalucía ha estado más veces, "madre mía, cádiz es una maravilla y tienes que ir a granada a tomar tapas". la camarera mantiene el tipo en la conversación. el año anterior estuvo de vacaciones en verano en Conil, donde conoció a una gente de madrid encantadora. había mucha gente, no paraban de hablar de su barrio, de madrid, pero estuvo bien.
el tipo de las bolsas del consum en el suelo sigue detallando pueblos de la costa andaluza, porque ha recorrido todas las provincias de españa, aunque ha viajado más por europa, "europa la tengo trillada", y sí, barcelona tiene mucho glamour, la barceloneta, las ramblas, la estatua de colón y todos esos sitios fantásticos, donde "no tienes que preocuparte por el idioma, en serio. a mí siempre me han entendido".
la camarera número 2, la llamaremos llanos, porque estamos en albacete en un lugar muy cercano a la catedral de san juan, entra en escena, accede a la conversación. afirma que berlín le pareció uno de los sitios más bonitos de europa. el tipo les recuerda que en berlín se bebe una cerveza muy buena, pero no tan buena como en londres. "¿habéis estado en londres? deberíais ir a londres".
llanos y rubi se miran, se sonríen y le confiesan que en semana santa estuvieron allí y fueron a varios sitios de lo más cool, les encantaron. el tipo les corta sin darse cuenta y les pide la tercera cerveza, jurando que se bebe esa caña y se va a casa, porque tiene un montón de cosas que hacer. "claro, claro, picadilly circus, y el british museum, sitios preciosos. lo sé, estuve hace años. he estado en un par de ocasiones". las camareras rubi y llanos limpian vasos, colocan tazas boca abajo y doblan trapos secos.
un tipo solitario, que además está solo, de unos sesenta años, ha dejado su teléfono móvil y la cartera de cuero sobre la barra. observa con curiosidad los adornos del techo, las lámparas, los cuadros, el color de la pintura. su mirada es paciente y esconde cierta inteligencia tras las bolsas de sus agotados ojos verdes. espera, espera con paciencia a que le tomen nota. aterrizó en albacete como tantas otras personas, por una casualidad funcionarial, recayó en el bar porque alguien a la hora del almuerzo dijo que las tostadas y el café merecían mucho la pena, "casi tanto como los vinos al atardecer. sigue pensando que apenas quería un vino, y quizás tarta de queso, pues le han asegurado que también está muy buena.