dos orejas y una sola boca
Una de las ventajas de la época festiva, y disponer de algo de tiempo no laboral, es abrir bien los ojos a las lecturas y mucho más los oídos a las palabras de quienes te importan, aunque sea poco.
Las calles de Albacete se han llenado de personas con quienes conversar, o parar diez minutos a ponerse al día, emigrantes que abandonaron el hogar familiar manchego con la promesa del dinero laboral, la mejora económica y profesional o el bienestar, mientras que ahora se cobijan durante varios días en el abrazo familiar y las epilépticas luces navideñas. Una de esas personas me reconoció que nos habían engañado con los estudios universitarios y la dignificación del trabajo, "estoy pensando en opositar y salirme del mercado. Esto es insoportable". Me lo dijo una amiga a quien llevaba décadas sin ver.
Oposiciones, la palabra mágica cuando el mercado laboral es incapaz de ofrecer alternativas razonables en un espacio cercano. Como este es un año electoral, la palabra oposiciones la he escuchado casi más que feliz año. Espero que sea un buen año para la gente que aprecio y me regala palabras como "qué difícil es cuando te quitan el pan de la mesa. Pero bueno, comeremos menos y nos reiremos más". Sí, soy partidario de la risa, la sonrisa y provocarla incluso cuando las cosas vienen retorcidas, pero, pero, pero luego nos acusan de quejicas y llorones.
No lo voy a negar: somos una generación de lloricas; algo que se ha interiorizado en esta sociedad que premia más a quien se queja que a quien calla, si tienes un mínimo de poder o fuerza para que tus lloriqueos tengan más valor y peso a las propuestas dignas (a las cuales se tacha de lloriqueo en la misma medida, aunque no tengan consecución ni respuesta). Año de elecciones, qué pena no disponer de esa fuerza de quien, llorando y quejándose, influye en las decisiones de quienes optan a los puestos democráticamente elegidos para que mis amigos puedan reír sin necesidad de verse limitados o seguir buscando lejos con la mirada siempre perdida en el horizonte.
(Dedicado a mis amigotes/as que me siguen regalando palabras y provocando ideas; personas que vuelan más alto que ninguna otra, aunque no tenga que ver ni con el trabajo ni con el dinero)
