cascotes, polvo y gritos

 18 de abril de 2024

(solo es una fecha, podría ser importante para ti, podría dejar de ser importante en cualquier momento)

Imagina que están cayendo bombas en tu casa, en tu calle, en tu barrio, en tu pueblo. Así, por ponernos de fin de semana. Seamos concretos, no es lo mismo. ¿En tu pueblo? Me enfado, pero pilla lejos. ¿En tu barrio? Me cabrea, pero si no mata a nadie cercano, podría pasar. ¿En tu calle? Empieza el lío. ¿En tu casa? No tendrás tiempo ni opciones de cabrearte.

¿Qué harías tú?¿Qué haría yo?

Espero no saberlo nunca.

No quiero imaginarlo. 

Por supuesto, no quiero que suceda a nadie de las personas que quiero.

Por supuesto, no quiero que le suceda a nadie.

Pero no soy tan necio. Entiendo los matices, los contextos y muchas otras cosas que preferiría no entender; ni mucho menos verlas.

Para el blanco es necesario el negro, para la riqueza es necesaria la pobreza, para la evolución es necesario que algo o alguien quede retrasado. Entonces es cuando esa distancia: casa, calle, barrio, pueblo, cobra importancia.

Existe la bondad, por supuesto. Como existe la maldad. Definirlas una y otra suele concluir con una obviedad traviesa: "La vida es la vida. Las cosas son así".

No puedo evitarlo, imagino que comienzan a sonar las sirenas (alguien me ha enseñado que las sirenas son el aviso temerario de alguna catástrofe, más eficaces que las campanas del campanario), empiezan a sonar golpes y gritos, procuro esconderme, esconder a quien aprecio, aunque sepa que cuando el dolor llega, será como el café al derramarse: se colará por todos los resquicios posibles. Rezaré, porque rezar es innato cuando el pensamiento y los propios actos, los que dependen de uno, no son suficientes, y las plegarias no servirán de nada porque quien lanza las bombas reza oraciones similares a las mías, o más recias porque está arriba y yo abajo.

No puedo evitarlo; trato de imaginarlo.

Pero no puedo.

Igual que trato de sentir mi cuerpo cuando el silencio retumbe, y solo los gritos entre cascotes, las vidas manchadas de sangre, destrucción y polvo me conduzcan al día después.

¿Qué haría yo? (Si acaso he sobrevivido)

No puedo evitarlo. Trato de imaginarlo.

Pero no puedo.

Entradas populares de este blog

Bailando como ellas, bailando como Prince

Feliz 1ª luna llena