Empezar de nuevo porque septiembre es el mes para hacerlo
En mi cabeza, las buenas intenciones y los buenos propósitos comienzan en el mes de septiembre: se me ocurren cosas que hacer, proyectos que iniciar; locuras que olvidar. Una de las discusiones recurrentes con Fátima, que siempre gana ella, es que elija bien. Claro. Pues la mayor parte de los proyectos no me conducen a ninguna parte, por supuesto no gano nunca nada con ellos y, en ocasiones, incluso me llevo berrinches considerables que quedan sumergidos en la profundidad de mi falta de capacidad.
Uno de estos proyectos, porque los otros son míos y solo míos, es retomar la escritura constante del blog; por varios motivos que tienen justificación.
Uno de ellos es que, a pesar de las redes sociales, donde todo el mundo (casi, no puedo ser literal) comparte sus pensamientos, vacaciones o bañador nuevo, a mí no me alcanza para contar lo que me parece, lo que me interesa y quiero expresar en muchos momentos.
A través de los poemas y los cuentos lo puedo hacer, pero mi capacidad editorial es limitadísima, por razones obvias (subid al final del primer párrafo: mi falta de...), así que he decidido retomar la escritura como y cuando quiera en el blog.
La otra es que siempre que me acerco a este espacio me aproximo un poco más a Nacho, que con su sinceridad rompedora me aseguraba que le encantaba. Quizás esta sola sea una buena razón.
El inconveniente es que no sé si seré capaz de mantener la constancia en el blog. La ventaja es que no tengo plazos, ni compromisos, absoluta libertad a la hora de escribir (con la censura propia del siglo XXI en España, claro), sin la necesidad de que a alguien le guste más, menos, regular, bien, mucho o poco.
Mío es, mío queda.
He llegado a más personas con las actualizaciones de estado del guasap que con las redes sociales. Son cosas que pasan, es el momento que vivimos. El momento que vivo es el mío, lo uso como me apetece.
Además, es septiembre, huele bien.