hay un tipo que entra en un bar de moda, que es una cafetería de moda, en una tienda que solía ser de barrio, en un callejón por donde no solía pasar la gente demasiado a menudo, que conduce de una plaza a una iglesia, o de una iglesia a una plaza. según te observe la vida. hay un tipo que viene cargado con dos bolsas del consum, le falta el aliento, el plástico se le clava en la palma de las manos como un cordón ardiente. se ha desplazado varias manzanas hasta acercarse a este bar de camino a su casa. un bar donde se afanan por un simulado cambio de turno: es la hora de abandonar las infusiones y empezar a descorchar botellas, a tirar cañas. las camareras lo saben, preparan las cámaras, limpian la cafetera y observan a las parejas que intercambian miradas sobre la carta digital, en la terraza de cinco mesas que hay a escasos metros de la barra, en el callejón por el que no solía pasar demasiada gente. hay un tipo que e...
Ladronzuelo Jamás basado en hechos reales Un ladrón, supongo que presunto, por guardarnos las legales espaldas, entró en una oficina de la calle Ancha, de esas que hay enfrente del Val General. Entró indignado, tan indignado como para poner una reclamación porque consideraba que alguien le había robado y, por supuesto, “un hombre no puede permitir que nadie se le mee encima”, dijo como para que su interlocutor, un joven imberbe con chaqueta barata del Springfield y pantalones de Zara, lo entendiera. Este secretario, con dos máster pero sin demasiado vello facial, observa cómo el ladronzuelo -conocido así por los numerosos casos que el bufete le ha llevado con anterioridad y por alguna condena judicial previa- escribe su reclamación con esmero en tres folios con membrete que el abogado administrativo le ha facilitado para tales lides. Redacta con media lengua fuera y la pistola temblorosa en el cinto de su traje de vaquero del Oeste Americano (el de la provincia de Albacete,...