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Cuento sin título_LLuvia en el Parque Lineal

Empecé a leer  Moby Dick una mañana en la cual, cansado de caminar por el lado más seco de mi barrio, decidí adentrarme en los aspectos más acuáticos de mi existencia; si se me permite la expresión en el inicio de una narración cuyas primeras ideas no son en absoluto originales. La simple mención al día lluvioso hará las cosas más sencillas, en su obviedad. Cuatro renglones fueron y son suficientes para comprender que la ballena blanca me alcanzaría antes de que yo, en mi brevísimo entender de lector de cuentos infantiles, la alcanzase a ella. Olor, dolor y muerte, en la parte más acuática, si de nuevo se me permite la expresión, en mis palabras. Llevaba diez minutos largos; lo que en la Mancha quiere decir veinte, caminando, mientras el paraguas permanecía, paciente en su olvido, en el colgador de la entrada, justo al lado de la puerta de casa. Alcanzó mis pasos a la altura de la esquina redondeada del Paseo del parque Lineal, a la altura de la funeraria. Sin escucharla, porque poco

Gambito de dama, relato y serie, ficción y realidad

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Me decía Macu el otro día que escribía cartas mentales que luego, por tiempo o dejadez, no redactaba. El otro día leía un libro donde la protagonista visualizaba los movimientos del tablero de ajedrez, partidas completas. Ya sabes, como cuando salen los listillos en las películas sin mover las fichas, solo mencionando los movimientos. Cosas que suceden con la literatura como por arte de magia, o como por arte de sin querer. Cayó en mis manos el Gambito de dama , de Walter Tevis ; un libro al que no me acerqué en los 80 porque no recuerdo haberlo visto, o porque no leía en los 80. Fíjate que en aquella época estaba apuntado al equipo de ajedrez del colegio, pero a nadie se le ocurrió que podría interesarnos aprender sobre las aventuras de una niña prodigio de este juego. Tampoco duré mucho en el equipo de ajedrez, mi capacidad de concentración es y era reducida. Puedo hacer cinco buenas jugadas, poco más... Lo de fomentar el ajedrez fue una idea que sí tuvieron unos muchísimos años más

El escarabajo azul, una historia con historias

       ENTIENDO que analizar una película basada en un tebeo es complicado Como analizar una película o una serie basada en un libro o un relato Este fin de semana nos pusimos el Escarabajo Azul; podría ponerlo en inglés, pero la mayor parte de sus personajes, incluido el protagonista, son de origen latino, mejicano para más señas; y debido al tratamiento que dan en la película (no sé en el tebeo, no le voy a dar la opción), cualquier cosa que diga, quedará suavizada Decir que la película es racista se queda corto Quizás soy yo que me hago mayor e intransigente, aunque tampoco debería alterar los biorritmos de nadie la intransigencia en octubre de 2023 El protagonista es un estadounidense de origen mejicano, solo decir esto ya es significativo, pero en la película no paran de remarcarlo. Sus padres, a pesar de vivir en el siglo XXI, se aferran a estereotipos del siglo pasado, pero no de finales del siglo pasado, no, de mucho antes. Los mejicanos son ultra religiosos, no se debe olvida

La guerra mejor lejos

       La guerra es mala Eso creía yo Al parecer es una frase con un pero; esos peros que condicionan y matizan cualquier tipo de pensamiento y sentimiento La guerra es mala, pero hay que hacer algo con los que son más malos Siempre que yo decida quiénes son los malos La guerra es mala, pero peor es mi dolor de muelas. Pedí cita y no me han dado hasta dentro de dos semanas. Además, el teléfono de centro de salud está siempre inutilizado, y las citas por la aplicación no funcionan El dolor de muelas es malo, pero peor es el precio de la gasolina. Necesito ir al trabajo, no es culpa mía si está a tres cuartos de hora y el autobús huele a sudor y pedo. Necesito ir al trabajo porque no hay trabajo cerca de mi casa; y mi casa es perfecta en esta época del año El autobús huele a pedo, la gasolina está cara, pero mi jefe no me sube el sueldo cada año; llevo cobrando poco más de mil euros desde hace cinco años. Podría protestar, pero me quedaría sin trabajo, y fuera hace mucho frío Fuera hace

Albacete Basket y baloncesto en la ciudad. De Oro a Plata

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Llevo todo el año deseando escribir de baloncesto, del Albacete Basket, del baloncesto en la provincia y de, por más que nos duela, lo poco que significamos. Confirmado el descenso del equipo, expulsada la bilis como cada cual ha podido, nos hemos concentrado en pensar en el año que viene, que en deporte quiere decir la temporada que viene, que en baloncesto quiere decir: ¡Ponte las pilas que la temporada ha empezado ya! Algunos estamos preocupados por si se quedará el entrenador, si se quedarán los jugadores, si la directiva no se irá a por tabaco para no volver...Pero lo cierto es que nos faltan cosas fundamentales. APOYO No tuyo ni mío. (Bueno, yo podría apoyar más en las redes, gritar más en los partidos, no fallar en ninguno de ellos, animar a algún patrocinador, aunque sea pequeño. Presionar a las administraciones con descaro para que se impliquen y no solo de boquilla. El Albacete Arena podría molar, sí; pero molaría más implicación económica y que llegara en plazo, no cuando

Prometedor_Un cuento sin fantasías ni final

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  PROMETEDOR Cogimos las llaves del coche una tarde de otoño, quizás era octubre, no lo recuerdo bien porque algunos meses bailan en la memoria, como los cambios de estación. El sol aguantaba en el cielo con la pereza de quien no quiere olvidar el verano. Me dijo si me apetecía ir, conocer, salir y viajar; despegar la mente con la velocidad constante de la carretera desconocida y los sueños sin cumplir. Le dije si había cerveza o vino al otro lado. Me contestó que aún no conocía un lugar, ni en pesadillas, donde cerveza o vino no despejaran caminos, grietas en el alma, ni afianzara las peores enemistades. —Al camino, pues —dije. Cogió las llaves del viejo coche de su viejo abuelo con un viejo gesto que indicaba: “Retos a mí”. Yo no le había retado. Él jamás me habría retado a mí. Bajamos un par de cuestas hacia una calle donde los viejos automóviles de ancianos abuelos podían aparcar sin miedo a la marca atravesada del mal conductor. ¿He dicho dónde estábamos? No, da